El joven Fritz Leiber en los años 30 |
Y vamos ahora con Fritz. Nos conocimos en la Universidad de Chicago cuando me matriculé en 1929. Por aquel entonces solía firmar como Fritz Richmond Leiber para evitar ser Fritz Leiber Jr. (Realmente no tenía un segundo nombre). Henry Richmond era el seudónimo que empleaba para las obras de teatro de la compañía shakespeareana de Fritz Leiber Sr. Fritz podía interpretar papeles de adulto desde temprana edad por su altura por encima de la media y se había unido a las giras de la compañía durante los veranos.
Podría parecer que Fritz y yo estábamos destinados a conocernos. Fijaos en esta ristra de casualidades:
Ambos estudiábamos la carrera de Psicología.
Lo habitual en la Universidad de Chicago era estudiar tres asignaturas por cuatrimestre. Estábamos juntos en dos de las tres, Cálculo II y Fisiología pre-médica (Fisiología era un requisito para los estudiantes de Psicología, pero creo que él y yo éramos los únicos en escoger cálculo).
Ambos nos inscribimos en el torneo de ajedrez y fuimos elegidos para competir en el equipo universitario.
Lo más improbable de todo era que nos habían asignado asientos contiguos para los conciertos de la Orquesta Sinfónica de Chicago; ciertamente improbable porque él había comprado sus entradas en Chicago y yo las había adquirido por correo desde Louisville.
A pesar de que todo esto nos apuntaba a conocernos, tardamos cinco o seis semanas y dos conciertos de la sinfónica en empezar siquiera a hablarnos. Los dos éramos así de reticentes en lo social. Ocurrió de sopetón. Era la primera competición de ajedrez, y en la celebración posterior en el apartamento del capitán del equipo, la conversación nos reveló que él y yo parecíamos haber leído los mismos libros no académicos, particularmente Sax Rohmer y ciencia-ficción. Después de este encuentro de mentes, Fritz y yo nos hicimos rápidamente amigos íntimos. Fritz, por lo visto, nunca había conocido a nadie con gustos similares: había vivido en una especie de vacío intelectual.
Durante las vacaciones de primavera (marzo de 1930), Harry, que acababa de abandonar la vida académica, vino a Chicago a visitarme. Sabiendo por mi descripción de Harry que éste era otra persona con sus mismos gustos intelectuales, Fritz no tuvo ninguno de sus reparos habituales, y Harry y él se hicieron amigos inmediatamente. A lo largo de esa semana de visita, creo que Harry vio tanto de Fritz como de mí. Después de volver a Louisville, comenzó su correspondencia con Fritz. Fritz aceptó a Harry porque era un espíritu afín, y reaccionó favorablemente al encanto extrovertido de Harry. A Harry le atraía de Fritz su gran intelectualidad, su encanto personal, el glamour de su experiencia en el teatro y, por último aunque no menos, sus 1,92 m de estatura.
Era el último aspecto que dio comienzo a los mitos. Fafhrd y el Ratonero Gris eran la apoteosis del hombretón y el bajito que forman equipo.
El Ratonero Gris representaba a Harry, idelalizándolo pero sin exceso. Harry no solo era mentalmente como el Ratonero, sino también fibroso, rápido y fuerte (mucho más fuerte que yo), aunque no sobresalía en ningún deporte. Aprendió esgrima de mí, después de mi primer año en la Universidad de Chicago, pero nunca compitió. ¡Con tiempo y práctica creo que podría haber sido tan buen espadachín como el Ratonero!
Fafhrd representaba la idealización del hombre grande, con Fritz como modelo físico: fuerte, astuto, valiente, nórdico, con todas las aptitudes de combate de los héroes épicos. No era el Fritz real ni de lejos, más volcado en aquella época en sus habilidades mentales que en las físicas. Fritz era de una inteligencia gigante, y cuando lo conocí por primera vez en su segundo curso de universidad, tenía un expediente académico perfecto. Continuó cerca de la perfección a lo largo de su carrera universitaria y fue elegido Phi Beta Kappa en su año de novato.
Temperamentalmente, estaba muy lejos del festivo y beligerante Fafhrd. Creo que la introversión y la reticencia social de Fritz podrían haber sido una reacción a la abrumadora extroversión de su padre y su madre. Pero como actor de oficio, Fritz podía disfrazar sus reservas naturales con éxito cuando la ocasión lo demandaba.
Pienso que Harry tuvo un efecto importante en Fritz, casi obligándole a convertirse en escritor solo por responder las formidablemente largas cartas de Harry, correspondiendo ficción con ficción, fantasía con fantasía y bocetos de personajes con bocetos de personajes. La identificación de Fritz con Fafhtd pudo haber tenido cierto efecto, hasta cierto punto, en modificar la imagen que tenía sobre sí mismo. Y opino que el ciclo de Lankhmar puede que sea la mayor reivindicación de Fritz para la fama literaria permanente, aunque no por ello la única. Algunos pueden decir que sus obras de arte son trabajos que no pertenecen a Lankhmar (por ejemplo, Esposa Hechicera). Probablemente, el propio estilo literario de Fritz debe mucho a la influencia de Harry.
Mi propia influencia en Fritz es indirecta y es principalmente que, sin mí, no habría conocido a Harry, el que puede haber sido su influencia más importante en la vida. Pero hay otras dos influencias indirectas.
Yo introduje a Fritz en Lovecraft y la revista Weird Tales. A principios de los años 30 no había fans de Lovecraft más allá de los lectores de la revista.
Y yo contribuí en el aprendizaje de la esgrima por parte de Fritz. Cuando le conocí era un entusiasta del tenis y había cursado sus créditos de educación física en Chicago en ese deporte. Era, creo firmemente, muy competente, pero no lo suficiente para participar en el equipo universitario. Mi entusiasmo por la esgrima le hizo cambiar sus dos últimos créditos universitarios a este noble deporte. Como yo, también se convirtió en un estudioso de las técnicas de esgrima, su historia y las tácticas teóricas. Como muchos hombres altos, era un luchador defensivo, y como en otros muchos deportes el atacante es el que tiene la ventaja en esgrima. A pesar de eso, Fritz ganó varias medallas en la liga de competición y probablemente llegó más lejos como esgrimista de lo que habría llegado como tenista. Como escritor de peleas a espada, Leiber es el más competente que conozco gracias a su experiencia personal y su estudio histórico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario